Walker Evans, 1935.

domingo, 27 de marzo de 2011

Mención Especial en Proyecto de Fortalecimiento del Sistema de Protección de los Derechos Humanos

   Quiero agradecer a la  Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, Presidencia de la Nación y Unión Europea por la mención especial recibida por el cuento "Timador de sueños" en el marco del Proyecto de Fortalecimiento del Sistema de Protección de los Derechos Humanos




A quienes no lo leyeron les anexo el cuento en cuestión:



Timador de sueños


Si una persona  fantasea ante la posibilidad de un éxito rotundo de bonanza, se dice que es un soñador. Si un ente es el protagonista de ese utópico arquetipo, existe la posibilidad de que se lo defina como un ser soñado. Unos y otros, son conscientes de eso.
La diferencia entre el soñador y el ser soñado radica en su esencia. El primero es el gran creador, el artífice del porvenir del segundo. El segundo, por ende, no es otra cosa que el mandatario del primero. Supongo que entro en la segunda categoría. Nunca engendré mis acciones.
El ser soñado no tiene apariencia y es víctima de constante metamorfosis. No puede ser identificado, solo soñado. El ser soñado no es condescendiente a la consciencia del soñador, sólo al reflejo instintivo y maquinal de quien lo sueña. El ser soñado sueña con soñar, y el soñador, sueña con soñar aquello del ser soñado que lo haga feliz. Si uno sueña, el ser soñado se activa, y cuando lo hace, solo queda con soñar el proceder del ser soñado.
Cuando un soñador me sueña, sueño con que el sueño nunca termine. Cada despertar de un soñador, implica una masacre, un asesinato de seres soñados; y los seres soñados sueñan con volver a ser soñados por un soñador, no importa cuál. En ocasiones me sueñan y me matan en sus sueños, en otras, me matan con tan solo despertar al alba. En ocasiones me sueñan y quisieran matarme, en otras solo sueñan con no volver a soñarme.
Vivir la vida de un ser soñado no es fácil, si puede llamárselo vida. Empotrarse en los sueños de un soñador, depende de su indulgencia o cerrazón. Su oprobio, implica nuestro aniquilamiento. Por ende el ser soñado vive con temor, de ser aniquilado, de ser soñado.
Un niño enclenque caminaba por las calles de Buenos Aires, mendigando, nadie sabe si afecto, hogar o tan solo monedas. Una señora pacata caminaba por la calle y lo percibió. Estrecho su mano, y con compasión, asco y orgullo de su acción, le tiro unas monedas y dijo “Eres un ser soñado”. El niño se estremeció de terror.

Alexis Turnes Amadeo.